Sentado en una mesa azul bajo el sol
algo en su interior exploto
y sobre su espalda se extendieron dos alas blancas.
Con la mirada ausente
camino hacia el fin de la terraza
trepo la baranda,
y salto.
Cada metro que lo acercaba al suelo
lo catapultaba mas y mas alto en el cielo.
Las baldosas de la vereda se reflejaban en sus pupilas frías
mientras el viento agitaba sus cabellos sueltos.
Voló, muy lejos, por el espacio, entre las estrellas,
entre las piedras grises y las hormigas en la tierra.
Quebrando el cielo con sus alas blancas,
como se quebró el cemento
al caer su cuerpo.
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