cuando doña Stockhausen se durmió, miguel le extirpó la mama, y plantó aquel tumorcito multicolor en el patio de atrás. la tierra estaba todavía mojada, y él estaba contento por la lluvia.
cuando doña julia se despertó, se sintió mejor, y notó con felicidad la ausencia de aquél agujero negro de su pecho. ambos se besaron y desayunaron con esperanza.
a la tarde ya había crecido el árbol, y don Stockhausen vio como florecían tetas negras de cada capullo, como la mediocridad y el dolor eran atravesadas por la divinidad y la salúd: ordeñó la cena y le hizo el amor a su mujer pensando un poquito en las flores, y otro poquito en la revolución afuera, y afuera los tiros.
por la noche, de los pezones las explosiones mustiaron las tetas, y más tarde de ellas nacieron los pájaros violetas, que cantaban películas y melodías de Almendra.
los Stockhausen vivieron no muchos años a la sombra de los pájaros, saludables y tristes se escondían de la noche, quien eventualmente los plantaría en una nube verde y los iluminaría de frutas, ríos y vacaciones de invierno. los abuelitos también florecen y despiertan pájaros.
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