Síndrome de Estocolmo V

Podria ahogarme en el infinito mar de tu asco y tus bajezas. Dejarme arrastrar por la miseria de tu hastío hasta lo hondo y naufragar durante muchas reencarnaciones en tu hermosa y desgarradora oscuridad. La sutileza con que un halo mortuorio delinea tus gestos, es la droga más rica. Amar con ese dolor y esa sobredosis de fragilidad es digno de un verdugo militante de la libertad como vos, como él, como ella, a veces tambien como yo, que soy infima y chiquitita y carezco de gracia y hermosura suficientes para merecer tu cortejo pero sí tu compasión. Voy a viajar en bicicleta hasta tu pasillo enmohecido, ese angosto y mal iluminado en donde se esconden todos los chicos tristes y las chicas feas de todos los tiempos, ahi donde perdiste la humildad. Soberbio comandante de primaveras acartonadas, me obliga la naturaleza de tus manos a derrapar de esta manera. Sos todos los viajes en tren que hice en mi vida juntos. Sos todas las navidades que contemplé angustiosa los fuegos artificiales quemando en el cielo

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