once de la noche y once miligramos de clonazepam y algo que no tiene nombre

Trató de no escucharte, trató de llorar. Trató de llorar, de que se le pusieran un poquito húmedos los ojos y de que a vos se te encendieran algunas lámparas (es mucho pedir).

A veces


la noche




es el peor de los tugurios.

A veces no tengo criterio para discernir lo malo de lo peor, pero por momentos todo se reduce a algo tan simple como estar con.

Hoy se ven clarísimas las luces.

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