(...)

beso tu risa de contorsión, y tu mirada de espasmo.


Hay veces que mi pecho absorbe tu luto, y mis lágrimas tardan días en reconocerme.
(Yo bebo de los hilos que te arrancaste)
de a poco se volvían
insoportables y tomaban íntegramente a la persona, perdiéndola.


desde que volví tengo una arcada dulce que me brilla en la garganta.

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