Se sentía seducida por la idea de vagabundear por Buenos Aires sin un centávo en su monedero


flúor de florcitas y gajos de sandía. No sólo por Buenos Aires Ciudad, Reino de Macri, (no exclusivamente). Retiro estaba medio jevi, no tanto como consti, y por la 9 de julio no se podía

caminar sin que vengan a gederte una monedita, un trago de birra, una seca de faso, un cigarro,

lo que sea.

Había descubierto las delicias de viajar en esos trenes que van zona norte (¡con aire acondicionado y todos los chiches!), esos trenes con nombres de próseres que no eran el forro de Julio Argentino Roca,el tiráno ése de los billetes de dos pesos;y el sur, bueno, el sur era suyo desde hacía algún tiempo, aunque le faltaba desplegarse más para el lado de Glew / Ezeiza /Alejandro Korn.

Pero con el Oeste sentía algo muy repelente, más que desinterés era negación a explorarlo,

a recorrer sus calles y conocerlo. Había ido a Morón en dos oportunidades diferentes y una vez al

boliche Jesse James en Isidro Casanova con los ex concursantes de un reallity show para obesos. Pero no más que ello, suficiente para no querer ir más allá, far far west,so far...

La Plata no contaba como experiencia, La Plata estuvo jevi mental también, La Plata era otro mundo,la noche de La Plata, algo interesante, pero para vivrla como excurcionista algun que otra vez, mestisage de inmigrantes provincianos con rastas y bicicletas, plazas hermosas, calles con números en vez de nombres de pájaros o provincias, calles con números, qué garrón,como en Mar Del Tuyú.Calles con números.

¿Qué carajo hacía con dos mil pesos al mes? nisiquiera pagaba alquiler ,ni tenía servicios a su nombre, ni hijos ni nada. El dinero era algo de lo que siempre quería desvincularse, pero después renegaría de ello, renegaría de no haber ahorrado nunca en su vida más que para ir al teatro a ver chiquititas cuando tenía 10 años.

El último mensaje de la recarga S.O.S, Cristobal no quiere verla, dice que no puede, pero si quisiera, podría. Y ella que le había dado dos con veinticinco a Mabel en monedas para quedarse sin plata, ella que pensaba aventurarse una vez más a la nada misma con nada de dinero, con nada de tiempo, con nada más que sus gruesas piernas y su mochila y los paisajes de las ventanillas y esa cama chiquitita en la que apenas cabían ella y Cristobal apretandose apretaditos,

ella quería material para su blog, quería material para pavonearse como la miserable que era.

Ella se veía dentro de unos años, viviendo en un antro de Barracas con las paredes manchadas

de escritos vociferados en plenas crisis de locura por el hambre y la soledad.

Quería ser escritora, no telemarketer

Quería ser estilizada, renacentista pero estilizada

Quería ser amada, y pobre y miserable.

El plan era compartir el hambre y la cama y la infelicidad con algún mediocre faloperito de por ahí,

pero era más complicado de lo que parecía. Entonces, se limitó a matar sus dias durmiendo con su abuela, haciendo cucharita con la almohada, jugando con cuanto perro se le acercaba en la calle, gastándose el sueldo en birra y en boletos de tren. Sí ¿porqué no?

Ya le habían escrito un par de canciones, hasta la reconocian en alguna fiesta y leía de vez en cuando en público. No tenía dinero ni novio ni talento, el romanticismo de la miseria.

Hela ahí sentada en un tronco meado en una plaza de Retiro, chupando la turbina como desafiante, que no quiere tirar esa astillita de flores que puso dentro de ella.

La seducía la idea, pero, después se aburria y se traicionaba, ¿Porqué no?

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