Camino al bar le comenté que no dejé de pensar un minuto en cúanto

quisiera que el reflejo del claro de la luna me siga a lo largo de toda esta zanja;

es inevitable empaparse de salvajía con tanta tierra y alambrado al rededor.

-Conozca usted la voluptuosidad de explorar descaradamente la muerte y la maldad - sugerí cruzando las piernas, me miró con dureza y me ofreció un sorbo de tristeza vieja, de su propia botella - siempre vacía-

El verdadero hielo está acá , dijo apurando el trago y señaló su pecho primero con el dedo índice y agregó: misterioso, seductor, cautivante y doloroso, ahora golpeaba con el puño cerrado su tórax.

Dos melancólicos Crónicos emdriagándose de melancolía en un bar mugriento.

- El verdadero hielo está Acá nena, te digo, aprisionando tus pulmones y tu corazón...Qué daría yo porque viniese una mano tierna a rozar mi frente cual brisa primaveral!, algo chiquitito, minúsculo que me ablandase un poco- y la amargura de su media sonrisa me produjo una tristeza tan pero tan honda...

Apreté mis labios y le ofrecí un cigarro , -señor: tengo 20 años, y mis ojos también tienen 20 años.-

Era tarde, y no necesitabamos mayores explicaciones, además, ambos estabamos ya acostumbrados al abandono, no tuve más que estrechar su mano dura y curtida y buscar un taxi , ahí por Barracas, entregándome al claro de luna una vez más, a la pena infinita,

terrorífica y bella.

 

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