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Bueno estábamos en el restauran. Yo era el príncipe. El rey había muerto. Al menos por ese día. El rey, dueño de todos nosotros estaba en su casa de medio millón de dólares, yo, el príncipe mendigo cerrando el local.
Pasadas las 4 de la mañana ahora si, completamente sólo,
parado con los pantalones abajo frente a la heladera de platos fríos,
parado con los pantalones abajo frente a la heladera de platos fríos,
comiendo camarones fríos, tocándomela, pensando en dos mujeres vomitándose entre sí.
Épocas de pocilga corporal y muchas ideas masturbatorias.
Era el momento y el lugar, era la hora exacta.
¡Y la falta que me hacia un abrazo!,
la falta que me hacia ametrallar una hoja con escritura automática,
la falta que me hacia un buen cubilete de dados falleciendo hacia una generala,
sobre una mesa custodiada por amigos y tiempo para perder.
Esa mañana,
una mañana fría madre de esa noche que atestiguo mi desvelo, iba caminando hacia el colectivo, y ahí estaba, como un pañal,
como un pañal diminuto y puesto estratégicamente por el diablo: una bolsita de merca.
Si, al lado de la rueda de un auto,
toda para mi,
la suerte era una puta bárbara de tetas increíbles y me ofrecía la pluma del indio, el bautismo de ángel a demonio,
vamos, claro que si, en secreto te lo cuento: directo al bolsillo.
Era de noche ahora, semirigidez de ojonucapálidoescombrosostenidoporhilos, hiperventilado, derrotado, con más adjetivos que Dios, último saque,
el boleto hacia la manija, y si, por supuesto, la merca me exitaba.
Chau chino, nos vemos mañana, chau Fran, traeme el cd.
Llave, luz off y yo ahí, parado con los pantalones bajos frente a la heladera de platos fríos, comiendo camarones y tocandome la pija, necesitaba hacer el amor, lo necesitaba más que a mi destino.
Corriendo. Pasillo directo a pizzería.
Bollo de pizza, hola novia querida de cachetes gordotes y culo amateur.
Hola bonita gusto a ajo y levadura, llevame hacia tus senos de pan, te acaricio, en el silencio más hermoso, te rescato a vos, entre toda esta placa de gemelas redondas, te elegí, bollo de pizza háceme el amor, cegame,
llevame a Europa entre sueños con gusto a Picasso y a Venecia, vos bollo excitante, textura pre cocida.
No hay marcha atrás, sos mía y bailamos el vals de los solitarios, dejame llevarte al microondas para darte la temperatura de la vida, dejame verte como un Frankestein gastronómico dispuesto a salvarme de mi, un mediocre mono fichador, son sólo dos minutos, no temas, ahí vas, te miro por la ventana, estas sudando, llegando al climax,
veo las gotitas delirantes que emanas y me toco, me toco mas que nunca, te necesito, vení, Salí, dejame besarte, hundo un dedo en vos pero no duele, es solo la forma ovalada de la investigación sexual, ahora sí, te penetro con todo mi ser,
unidos en una santa comunión de energía, nadie es testigo pero el cosmos en este momento esta girando por nosotros mi amor, acabo, porque nada de esto debe seguir, mañana una señora pagará $12 por tu cadáver exumado, con corazón de semen,
y yo, lejos de tu ataúd de cartón, te olvidare tristemente, buscando entre las iluciones, una salida a este embrujo de nudos y manos que sofocan cuyo nombre es rutina,
mi amor.
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