Llueve.
Y la idea no era sentirse así,
la idea era sentir.
Como cuando te sentís aparte de lo que era tu parte.
Como la capacidad que tiene la lluvia
de generar barro.
Como la capacidad que tiene la lluvia
de amontonarse en un charco.
Como cuando pensás que la maldad no existe,
que todo es culpa de una falla de comunicación
y de esa manía de no barrer las bocas de tormenta.

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